Cualquier repaso por la carrera de Mauro Mina, el mejor boxeador peruano de todos los tiempos, debe detenerse en sus grandes triunfos sobre Eddie Cotton, el hábil púgil del estado de Washington a quien derrotara cuando este último era el primer contendor a la corona mundial de los semipesados. Pero la carrera de Cotton coincide con la del boxeador peruano no solamente en el ring, sino también en el hecho de que a pesar de ser considerados entre los mejores de todos los tiempos en su categoría, ninguno de los dos llegó a ser campeón mundial.

Eddie Cotton había nacido en una pradera inhóspita del condado de Muskogee en Oklahoma tres años antes del colapso económico de 1929. Los tiempos difíciles obligaron a la familia de Cotton a emigrar al oeste hacia el estado de Washington y es ahí donde Eddie aprendió desde muy chico el noble arte del pugilismo. 

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Eximio operador del ring e impecable en la técnica defensiva, su carrera profesional de 20 años constituye el caso típico del boxeador cuyo mayor defecto era ser demasiado bueno. Se puede decir que Cotton era heredero de un grupo de peleadores afroamericanos (Charley Burley, Eddie Booker, Cocoa Kid, Lloyd Marshall, Holman Williams) que en la década del cuarenta llegó a ser conocido como el 'Black Murderer's Row'  ('La nómina de los asesinos negros'). Estos contendores eran tan buenos y tan temidos, que los mejores de su época evitaron a toda costa enfrentarlos. 

Sin embargo, a diferencia de muchos de ellos, y de Mauro Mina, Cotton sí llegó a disputar la corona mundial de los semipesados. Esa noche de 1961 en Seattle tuvo al frente a un obstáculo formidable en el campeón Harold Johnson. A pesar de caer por decisión dividida, Cotton nunca recibió la oportunidad de una revancha y es recién cinco años después, y cerca ya del retiro, cuando sube por segunda vez a un cuadrilátero a disputar el cinturón mundial.

Con cuarenta años de edad, se esperaba que Eddie fuera víctima fácil del campeón de turno, el boricua José "Chegui" Torres, temible "trabajador" del cuerpo de sus oponentes y amplio favorito en las apuestas. El combate fue transmitido en vivo a nivel nacional en Estados Unidos y resultaría ser escogida como la mejor pelea del año por la revista "The Ring" en 1966:

Torres ganó por estrecha decisión en un fallo polémico que los historiadores de boxeo discuten y analizan en foros de internet hasta hoy. Más allá del resultado, se trata de un clásico enfrentamiento de estilos: el fajador contra el estilista, el boxeador callejero y popular contra el silencioso talento del que cultiva la ciencia exacta del ring. El talento de Eddie Cotton.

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