25 de noviembre de 1983. Vancouver, Canadá. Óscar Rivadeneyra se convierte en el tercer peruano que pelea por un título mundial de boxeo. Luego de diez rounds también sería el tercero en fracasar en el intento en una auténtica noche de equivocaciones.
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Kike Pérez, quien narraba la pelea en vivo para todo el Perú junto al panameño Juan Carlos Tapia, siempre cuenta que tuvo la corazonada que todo iba a salir mal cuando descubrió que los promotores no habían llevado una pista de audio, ni mucho menos un cantante que interpretara el himno nacional peruano.
Sentado al lado de la mesa de transmisión estaba Osvaldo “Cacho” Zender, hermano de la reina de belleza Gladys Zender y amigo del periodista. Cacho había viajado como hincha, con su propio dinero, y al ver el problema no dudó en ofrecerse como voluntario y de paso, gozar de breves minutos de fama entonando con buena voluntad y fervor las sagradas notas de la composición de Bernardo Alcedo y José De la Torre Ugarte.
No había terminado Cacho con la faena cuando se perdió el audio internacional de la transmisión vía satélite. Pérez recuerda que el viejo zorro que era Juan Carlos Tapia le había insistido, como precaución, en pedir un teléfono fijo al lado del puesto de transmisión.
Pegados al auricular de un teléfono de discado ambos le contaron al Perú como después de un violento choque de cabezas y de ser cortado sobre una ceja en el segundo asalto, el valiente púgil de Surquillo fue demolido lentamente por Michael Spinks, el mejor semipesado de la década del ochenta. Peor aún, el pésimo trabajo de su esquina hizo que la herida sangrara más. La tragedia de errores se tornó en muerte anunciada cuando se descubrió que no habían llevado un cicatrizador.
En el audio original de la pelea, se puede escuchar la voz del hermano de Spinks, el díscolo Leon, sentado muy cerca de Pérez y Tapia y celebrando cómo Rivadeneyra era noqueado en el décimo round.

juan carlos ortecho
Más de 20 años después de esa noche tuve la oportunidad de conversar con 'Neon' Leon en un bar de Canastota, Nueva York, luego de un evento en el Salón de la Fama del Boxeo. El hombre que derrotara a Muhammad Ali luego de solo siete peleas profesionales trabajaba en ese momento limpiando los baños de una escuela y revelaba no estar en dominio de todas sus facultades mentales. Sin embargo, recordaba ese combate de Vancouver muy bien. 'Your boy was never in the fight, he had no chance' ("Tu muchacho nunca estuvo en la pelea, no tenía opción de ganar"), me dijo, mientras saboreaba un enésimo vodka con naranja.
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