El sábado en Las Vegas, Floyd Mayweather Jr., retuvo sus coronas de peso welter (versiones AMB y CMB) y mediano junior (CMB) al derrotar por puntos y por segunda vez consecutiva al argentino Marcos ‘El Chino’ Maidana. La revancha tuvo muy poco que ver con la primera pelea del 3 de mayo en el mismo escenario. En aquella ocasión, Maidana sorprendió al campeón del mundo presionándolo contra las cuerdas en la primera mitad del combate y dejando la impresión que de haber mantenido la misma intensidad hasta el final, le hubiera quitado el invicto y el título a Mayweather.

Esta vez, el argentino lució como un obrero que ha alcanzado su techo. Para Floyd Jr, quien obtuvo su victoria numero 47 sin derrotas (a solo dos del record de Rocky Marciano), la campana final llegó como para alguien que termina un día más en la oficina. Tremendo negocio si se tiene en cuenta que la bolsa garantizada del estadounidense por el combate era de 32 millones de dólares. 

A no ser por un breve espacio de tiempo en el cuarto asalto que hizo recordar el primer enfrentamiento, Mayweather controló el cuadrilátero y la distancia en todo momento con su acostumbrada velocidad de manos y un juego de piernas que le permitían conectar y alejarse inmediatamente de la zona de peligro. Así, Maidana, incapaz de cortar el ring, mucho más impreciso y menos decidido que la vez anterior y con el volado de derecha telegrafiado como única arma, quedó expuesto como el fajador con severas limitaciones que ha demostrado ser en gran parte de su carrera.

el mayor daño que le causó maidana a Mayweather fue cuando mordió uno de sus guantes en el round 10. 
foto: showtime.com 

El ex campeón mundial Ray Mancini, dijo esta semana que Mayweather ya había aprendido bien la lección y que ya había descifrado a Maidana. El trámite del combate le dio toda la razón a Ray, con un Floyd al que le bastó alejarse de las cuerdas para poner la pelea en piloto automático y adormecer no solo a su rival, sino a los millones que esperaban verlo vencido por primera vez.

Más allá de que Floyd Jr. es sin duda el mejor boxeador de la última década, tal vez la historia se encargará de contar que su mayor mérito ha sido precisamente ese: adormecer a todos. Rivales, promotores, dirigentes, medios de comunicación y fanáticos de una u otra manera hemos aprendido a bailar al ritmo al que a él se le antoja. Y es que como ningún otro boxeador en la historia, desde hace unos siete años, el extraordinario pugilista de Michigan, pelea cómo, dónde, cuándo y con quién quiere.

Lo que para muchos es un entretenimiento de fin de semana, una excusa para juntarse con los amigos y manosear unas cervezas heladas mientras dos sujetos en pantalones cortos se trenzan a trompadas, para Floyd es un oficio predecible, con horarios y condiciones preestablecidas. 

Desde el 2007 solo pelea en el mismo lugar –el MGM Grand de Las Vegas– y con excepción de la pelea con Ricky Hatton, siempre en la misma fecha: dos veces al año, la primera semana de mayo y la segunda de setiembre. Tiene un contrato firmado con la cadena Showtime por seis peleas –la del sábado fue la cuarta– que le aseguran por lo menos 30 millones de dólares cada una.

los jueces dieron ganador a Mayweather por decisión unánime. foto: showtime.com

En estas condiciones, su mayor preocupación es conservar la estabilidad laboral del puesto mejor pagado en la historia del deporte. Una de las cosas por las que más críticas recibe, su boxeo de riesgos mínimos y calculados, es solo una manifestación de este modo de vida. 

¿Cómo ha logrado convencer a todos de pagarle ese sueldo? En un post anterior explicamos que Floyd es solo un producto del sistema arbitrario, atomizado y corrupto en el que ha devenido el boxeo de nuestros tiempos. En ese sentido, Floyd no sería sino el resultado más perverso de un negocio que ante la ausencia de regulación, ha sido secuestrado por unos cuantos para su propio beneficio.

La mayor responsabilidad no recae sobre Floyd. Al final, aún así llegue igualar o sobrepasar el 49-0 de Marciano, la historia juzgará el dudoso valor que este record tenga, teniendo en cuenta que el boxeo dejó de ser hace tiempo una actividad donde los mejores se enfrentan entre sí. Floyd hace dentro y fuera del ring lo que más le conviene a sus intereses. 

A mí, un incondicional del boxeo científico que él sabe practicar, la última vez que me hizo parar de mi asiento fue cuando aniquiló a Ricky Hatton en el 2007 con un maravilloso check left hook –un gancho de izquierda que usa de manera exacta la propia habilidad y la inercia del oponente y que solo algunos pocos tocados por Dios pueden ejecutar. Tal vez la mayor responsabilidad de que los intereses de Mayweather y el espectáculo no se intersequen somos todos los que seguimos pagándole el sueldo dos veces al año con servil religiosidad.


Otras cápsulas:

Floyd, el oportunista

Aaron Pryor, enemigo mío

La noche de las equivocaciones